Quiero comer sano, ¿cómo lo hago?

Por: Julio Basulto

Para alimentarse de forma saludable es preciso saber, en primer lugar, qué significa exactamente eso de “comer sano”. Buena parte de la población cree que seguir una dieta sana es “comer de todo” o “comer muy variado”, pero los expertos en nutrición no opinan lo mismo. Un reciente estudio (PLoS One, octubre de 2015) ha concluido que comer de todo con moderación no conduce, en palabras de los autores, “a una mayor calidad de la dieta o a una mejor salud metabólica”. Es más, en nuestro entorno, en el que abunda una amplísima oferta de productos ricos en grasas, azúcar y sal, aumentar la variedad dietética puede hacer que comamos peor, además de modificar el umbral de saciedad y, por tanto, que consumamos más cantidad de comida (algo nada recomendable) (Royo-Bordonada M, 2007).

Comer sano, en realidad, significa basar la alimentación en alimentos de origen vegetal poco procesados (frutas frescas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos y cereales integrales), consumir menos cantidad de alimentos de origen animal (carne, pescado, lácteos y huevos) y dejar para un consumo esporádico productos como los derivados cárnicos y los alimentos superfluos. Para ello deberíamos reducir bastante nuestra ingesta de derivados cárnicos (salchichas, jamón, carne en conserva o embutido) y de productos superfluos (refrescos, bollería, pastelería, postres lácteos, salsas, bebidas alcohólicas, etc.), tomar menos cárnicos (sobre todo carne roja) y no tener miedo a consumir más vegetales.

TRES CONSEJOS PARA MEJORAR LAS DIETAS

Plantear objetivos realistas, “automonitorizarnos” y no descartar la ayuda profesional puede mejorar nuestra alimentación. Un objetivo realista es aquel que es específico, medible y realizable. Así, decir “un día comeré mejor” no es realista, mientras que sí lo es “voy a sustituir el pan por pan integral”.


“Automonitorzarnos”, esto significa, en este caso, apuntar qué comemos y bebemos. Sabemos que el autocontrol de nuestros hábitos puede incluso hacer que perdamos “kilos de más”.


No descartar la ayuda profesional: esta debe provenir de nutricionistas titulados, capacitados para abordar cualquier aspecto dietético-nutricional en personas sanas o enfermas.