Redacción Editorial Phrònesis

Este descubrimiento suele desencadenar emociones fuertes, inmediatas y sin control, en todas las partes involucradas: sorpresa, ira, profunda tristeza, frustración, deseos de venganza, culpa, vergüenza y, quizás, remordimiento. De entrada, entendiendo lo difícil que esto puede resultar, pero es necesario actuar con calma y cautela; eso sí, con determinación. ¡Vaya momento terrible!
La infidelidad es particularmente difícil de definir, ya que el concepto varía entre parejas o sociedades mismas. Sin embargo, claro es, infiel es aquel que rompe traicioneramente un acuerdo afectivo/sexual preestablecido.
Todo comportamiento infiel tiene una dimensión ética de la cual no nos podemos escabullir porque, entre otras cosas, lo que más duele es la mentira y la trampa. La persona infiel, bajo los efectos de enamoramiento o de atracción sexual, suele ser víctima de una mutación, una transformación radical en sus principios, en sus metas y motivaciones básicas, de allí que el engañado o engañada considere que su pareja “ya no es la misma”. La infidelidad afecta a todos los implicados y no para bien, no queda ‘títere con cabeza’ y todo vuela por los aires.
Esto va a resultar, innegablemente, difícil. No tomes una decisión -quizá imprudente- en momentos de odio, mucho menos debes intentar golpear o herir físicamente a alguien. Lo recomendable, como ya lo mencioné antes, es mantener la calma y, si es posible, buscar ayuda profesional de inmediato. Así las cosas, cuando la evidencia de la infidelidad es ya abrumadora o el engaño está absolutamente confirmado, existen tres escenarios posibles que deben asumirse con determinación:
- Si la fidelidad es un principio no negociable, hay que tomar cartas en el asunto y no resignarse a los ‘cuernos’, así sean pequeños. ¿Qué hacer? Defender el bienestar de uno mismo y el de los hijos (si los hubiera) y no regodearse en el masoquismo afectivo asumiendo el papel de mártir. Hay que actuar, visitar un abogado, un cura o un psicólogo, hacer una asamblea familiar, en fin, sacudirlo todo. No hablo de “exigir fidelidad”, eso sería como exigir amor (¿para qué estar con alguien que necesita dos amores para sentirse bien y realizado?), sino de considerar qué tanto nos interesa darle una nueva oportunidad a la relación o qué tanta confianza aún nos inspira el otro. Lo que propongo es revisar toda la relación y desmenuzarla hasta las últimas consecuencias. Muchas veces somos nosotros mismos quienes consentimos transitar por el calvario de un adulterio que no merecemos. Si así lo vas a hacer te recomiendo la lectura de “8 pasos para expresar firmemente tus opiniones”, la cual te ayudará a ser capaz de ejercer y/o defender los derechos personales.
- Si lo que te detiene es el miedo a la soledad, al qué dirán, a ser libre o a sufrir, pues habrá que afrontarlos como sea, con o sin ayuda profesional, de frente y sin disculpas. Si quieres tomar decisiones saludables e inteligentes, debes hacerles frente a los miedos. No hablo de violencia ni de venganza, sino de dignidad, de amor propio. Te pregunto: ¿Las cosas que temes que ocurran y que tanto te preocupan, acaso no las estás padeciendo ya? Las personas que cargan la infidelidad de su pareja, ya están solas, ya están procesando un dolor intenso y sostenido en el día a día. ¿De qué miedo hablamos entonces? ¿A que te pongan en la picota pública? ¿Y qué? Antes del mes habrás pasado de moda y nadie se acordará de ti, de tus cuernos y de tu separación. Es más saludable un sufrimiento que te libere, que uno que te mantenga atado a una esperanza inútil e irracional. Si quieres más pistas te recomiendo la lectura del artículo ‘El desamor que libera’ y para saber si es en efecto dependencia emocional y vencerla lee ‘Del amor a la desesperación: las 7 señales del apego emocional’.
- Finalmente, la menos conveniente de las opciones, si aceptas cargar los cuernos con resignación, mimetizarte con ellos y convertirlos en parte de tu ser, habrás perdido el derecho a la protesta. ¿Con qué argumentos podrías hacerlo, si eres patrocinador del engaño? El apego corrompe y te quita autoridad moral, por lo tanto, si decides aguantar en silencio, es más congruente hacer oídos sordos, mirar para otro lado y no quejarte. No obstante, si en algún momento cambias de opinión y un resquicio de autoestima te empuja a defender tú valía personal, entonces rebélate, patalea y niégate. Nunca será tarde para reinventarte de nuevo. Mejor lee estos ‘Consejos de Walter Riso para superar una ruptura amorosa’ y ‘Si ya no te quieren, aprende a perder y retírate dignamente’.
¿Necesitas más información sobre este tema para ti o para compartirla con alguien que la necesita? Entonces la lectura de la ‘Guia práctica para afrontar la infidelidad de la pareja’, es la adecudada, ya que pretende aportar ideas, casos de estudio y procedimientos puntuales que permitan afrontar este difícil proceso desde su diagnóstico y hallazgo hasta, lo que todos esperamos sea, el alcance de soluciones definitivas.