Mejor sufrir la pérdida de una vez que someterse a la cruel incertidumbre

Redacción Editorial Phrònesis

Cuando en verdad ya no te quieren, sea cual sea la razón o la causa, hay que deponer el espíritu guerrero en lugar de dar una batalla devastadoramente inútil. Luchar por un amor imposible, nuevo o viejo, deja muchas secuelas. ¡Qué duela de una sola vez! para qué vivir en la agonía de un incierto destino afectivo; mejor un realismo desconsolador que la fe del carbonero, que nunca mueve montañas. 

Por esta razón, preparamos las siguientes propuestas que te ayudarán a soportar el duro golpe de la pérdida amorosa sin prolongaciones:

Sé consciente que al perder, sentirás dolor

Aprender a perder es la capacidad que tiene una persona para discernir qué depende de uno y qué no, cuándo insistir y cuándo dejarse llevar por los hechos. No tiene mucho sentido “convencer” a alguien de que te quiera (el amor no sigue ese camino), pero sí puedes despejar tu mente para dejar entrar a una persona que se sienta feliz de amarte.  

Cuando alguien se va de tu lado, también está perdiendo

Cada gota de energía y sudor que inviertes en lamentarte por lo que podría haber sido y no fue mejor empléala en sanar tu alma. Los que se quieren a sí mismos emplean esta frase afirmativa y orgullosa.

La esperanza y los amores imposibles, no se llevan bien

No hay futuro. Realismo crudo: el aquí y el ahora desnudo y sin analgésicos. Te han enseñado que la esperanza es lo último que debes perder, y posiblemente sea cierto en algunas circunstancias límite, pero en el amor imposible o en el desamor declarado y demostrado, la desesperanza es un bálsamo. Si ya no te aman, no esperes nada,  no anticipes positivamente: un pesimista inteligente es mejor que un optimista mal informado. 

Convéncete: el amor se acabó

La esperanza irracional e injustificada hace que la mente distorsione la información y empecemos a ver lo que queremos ver y a sentir lo que queremos sentir: una mirada, una sonrisa, una mueca, un gesto, una llamada; todo es interpretado como un renacimiento del viejo amor.

Saca la humillación de tu vocabulario

La humillación en cualquiera de sus formas, suplicar, jurar, “agachar la cabeza”, esclavizarse o halagar excesivamente al otro, tiene un efecto bumerán. Malas noticias para los que se adhieren a un amor sin límites: la sumisión, con el tiempo, produce fastidio. Si quedaba algo de afecto, se pierde; si había algo de respeto, se acaba.

Con los principios no se vale ceder

¡Métete esto en la cabeza y en el corazón! Si quieres sufrir, llorar y acabar con todas las lágrimas, gemir en voz alta, arrastrarte por el cuarto cuando estás sola o solo, si quieres hacer esto y mucho más, pues hazlo, pero no entregues tu soberanía, no aplastes tu ser. Sufre cuanto quieras, pero no lastimes tu amor propio

Si quieres conocer más propuestas y profundizar en las que acabas de leer, debes leer la ‘Guía práctica para no sufrir de amor’ de Walter Riso, gracias a ella podrás crear un espacio de reflexión para desarrollar estrategias y esquemas afectivos y cognitivos resistentes al amor dañino y tóxico.