La persona con baja autoestima a menudo, o casi siempre, se siente desanimada, incapaz de enfrentar dificultades y problemas o se siente incapacitada para emprender un proyecto. A estas personas se les nota claramente lo mucho que desconfían de sí mismos. Algunas de las frases que suelen usar son:
- “Cuando él se fue, se llevo mi deseo de vivir.”
- “Nunca he tenido suerte en el amor.”
- “He sufrido tanto que no veo la salida a todo esto.”
- “Me quitaron el trabajo porque la persona nueva que llegó me puso mal con mi jefe.”
- “Me siento muy mal porque estoy en sobrepeso.”
- “Mis hijos prefieren estar con sus amigos que conmigo.”
- “Es que todo lo que hago me lo critican.”
- “No me valora.”
- “No se da cuenta de la gran persona que soy.”
- “Mis padres prefieren a mis hermanos.”
Y la lista podría seguir, sin darnos cuenta que todo por lo que nos quejamos tiene una solución. Siempre estamos buscando la aprobación de lo que hacemos y decimos cuando en la realidad lo que es muy importante es la opinión que tenemos de nosotros mismos. ¿Mencionas algunas de estas frases en tu día a día?
Analicemos el siguiente fragmento de una carta; es real:
“Estoy demasiado triste, no sé si me levantaré de este golpe, porque no quería ser yo quien pidiera el divorcio, porque siempre me ha gustado ser yo la sufrida, la que cede, la que lucha por que otros sean felices. Yo lo que quería es que él sintiera que fue él quien me despreció, para que su amor propio no se viera afectado.
Ahora debe estar sufriendo mucho y su sufrimiento me duele mucho, y lo que es peor, ha de estar pensando lo peor de mí, estará pensando que soy una prepotente y egoísta, ¿tú qué crees que estará pensando? Por favor ayúdame.”
Ese ejemplo nos muestra el papel de mártires; esta joven mujer demuestra su gran necesidad por tener la aprobación de los demás, aún a costa de su dolor y de su estabilidad emocional. Nuestra autoestima no es egoísmo, ni pretender pasar por encima de los demás, pero si implica ser equilibrados en el aprecio a los demás y a nosotros mismos.
Como primera meta, debemos proponernos corregir la raíz de nuestras propias y verdaderas deficiencias, buscar dentro de nosotros mismos cosas que nos molestan, cosas que podríamos venir arrastrando desde niños, o cambiar pensamientos negativos que nos pudo haber dejado el rechazo de alguien que pensamos sería nuestro amor por siempre. Descubramos nuestro potencial, nuestras capacidades, nuestra virtudes para ponerlo, si es posible, al servicio de los demás.
Fuente: www.todamujeresbella.com