El milagro del perdón

El camino sublime hacia la comprensión y la reconciliación

“Acercarse al perdón es una experiencia que trasciende. Es como un proceso por el cual la persona se transforma y aliviana la carga negativa del rencor y los paradigmas más rígidos se transmutan en algo parecido al desapego.”

En la siguiente historia encontrarás muchos motivos para detenerte un momento a pensar en las bondades de emprender un camino hacia el perdón, la comprensión y la reconciliación; entenderás por qué que se ha vuelto viral en internet. Presta especial atención al final.

“Una mujer que se llevaba muy mal con su esposo sufrió, un día, un paro cardíaco. Casi a punto de morir, un ángel se presentó ante ella para decirle que, evaluando sus buenas acciones y sus errores, no podría entrar al cielo. Entonces, le propuso permitirle permanecer en la tierra unos días más hasta cumplir con las buenas acciones que, a su criterio, le faltaban. La mujer aceptó el trato y regresó otra vez a su hogar, junto a su esposo. El hombre no le dirigía la palabra porque hacía tiempo estaban peleados. Ella pensó:

– Conviene hacer las paces con este hombre. Está durmiendo en el sofá, hace tiempo dejé de consentirle. Él ahora está planchando su camisa para salir a trabajar, le daré una sorpresa.

Cuando el hombre salió de la casa, ella puso flores en la mesa con unos candelabros, empezó a preparar una rica comida y puso un cartel en el sofá que decía:

“Creo que puedes estar más cómodo durmiendo en la cama que fue nuestra. Esa cama donde el amor concibió a nuestros hijos, donde tantas noches los abrazos cubrieron nuestros temores y sentimos la protección y la compañía del otro. Ese amor, aún con vida, nos espera en esa cama. Si puedes perdonar todos mis errores, allí nos encontraremos.

Tu Esposa”.

Cuando terminó de escribir el último renglón “Si puedes perdonar todos mis errores” pensó:

-¿Me he vuelto loca? ¿Yo voy a pedirle perdón cuando fue él quien empezó a venir enojado de la calle cuando lo echaron de la fábrica y no conseguía trabajo? Yo tenía que arreglarme con los pocos ahorros que teníamos, haciendo malabares, y todavía tenía que soportar su ceño fruncido. Él empezó a beber, ahí, aplastado en el sillón, exigiendo silencio a los niños que solo querían jugar. Empezó a gritarme cuando le decía que así no podíamos seguir, que necesitábamos que volviera a sus cabales y que era necesario buscar dinero para suplir algunas necesidades de nuestros hijos. Él lo arruinó todo. ¿Y ahora yo tengo que pedirle perdón?  

Enfurecida rompió la carta, pero pronto escuchó de nuevo la voz del ángel que decía:

– Recuerda: algunas buenas acciones y alcanzarás el cielo, de lo contrario no podrás entrar.

La mujer pensó de nuevo:

– ¿Valdrá la pena?… Hizo la carta nuevamente agregando aún más palabras cariñosas:

“No supe comprender nada entonces, no supe ver tu preocupación y tu impotencia al quedarte sin empleo, luego de tantos años con un salario seguro en esa fábrica. ¡Debiste haber sentido tanto miedo! Ahora recuerdo tus sueños de ‘cuando me jubile haremos’.

Cuántas cosas querías hacer al jubilarte. Pude haberte impulsado a que las hicieras en lugar de obligarte a aceptar estar todo el día sentado en ese taxi.

Ahora recuerdo aquella noche de locura cuando rompí esas cartas de amor que habías escrito para mí y prendí fuego a todas las telas de los cuadros que pintabas. En ese momento me enfurecía verte allí, encerrado en ese cuarto gastando nuestro dinero en pomos de pintura para nada o sentado en ese escritorio escribiendo tonterías para mí. Debí haberte impulsado a vender esos cuadros. Eran realmente hermosos. Estaba desesperada. Yo también me sentía segura con el salario de la fábrica y no supe ver tu dolor, tu miedo, tu agonía.

Por favor perdóname mi amor. Te prometo que de hoy en adelante, todo será diferente. Te amo.

Tu Esposa.” 

Cuando el marido regresó del trabajo, al abrir la puerta notó algo distinto; el olor a comida, las velas en la mesa, su música favorita sonando suavemente y la nota en el sofá. Cuando la mujer salía de la cocina con una taza de café en la mano, lo encontró tirado en el sillón llorando como un niño. Dejó el café, corrió a abrazarlo, no necesitaron decirse nada, lloraron juntos, él la alzó en sus brazos y la llevó hasta la cama; hicieron el amor con la misma pasión del primer día. Luego comieron la exquisita comida que ella había preparado, rieron mucho mientras recordaban anécdotas graciosas de los niños haciendo travesuras en la casa.

Él la ayudó luego a levantar la mesa como en antaño lo hacía y, mientras él lavaba los platos, ella vio por la ventana de la cocina que en el jardín estaba el ángel. Salió llorando y le dijo:

– Por favor ángel, intercede por mí. No quiero dejar a este hombre solo en este día. Necesito un tiempo más para poder impulsarlo con sus cuadros y tratar de reconstruir esas cartas que solo para mí, y con tanto amor, había escrito. Te prometo que en poco tiempo, él estará feliz, seguro; ahí sí podré ir donde me lleves.

El ángel le contestó:

– No tengo que llevarte a ningún lado, mujer. Ya estás en el cielo, te lo has ganado. Recuerda el infierno donde has vivido y nunca olvides que el cielo siempre está al alcance de tu mano.

La mujer oyó la voz de su marido que desde la cocina le gritaba:

– Mi amor, hace frío, ven a acostarte, mañana será otro día.

– Sí -pensó ella- gracias a Dios, mañana será otro día…”

Autor y fuente desconocidos


¡Tremenda historia! ¿verdad? Mediante el perdón simplemente te sueltas y tiras todo el odio por la borda hasta que el último vestigio de venganza desaparezca. El resultado de esta “revolución interior” es similar a una renovación esencial, una reestructuración donde el “yo” descansa y se reinventa. 

¿Cómo llega uno a perdonar y a sentirse libre internamente? Aunque existen muchos caminos que conducen al perdón señalaremos, según indica el sicólogo y escritor Walter Riso, cuatro de los más importantes:

  1. El camino del amor. Cuando se ama de verdad, cuando lo que se siente es un ágape profundo y honesto, el perdón sobra. ¿Qué no le perdonaríamos a nuestros hijos? La respuesta es: le perdonaría todo. ¿Cómo odiar a un hijo?

  2. El camino de la comprensión. Requiere ponerse en los zapatos del otro y tratar de buscar explicaciones que nos ayuden a echar luz sobre el asunto. Entender empáticamente al prójimo facilita el perdón. No hablo de “justificación” sino de discernimiento. A veces es un regalo que le haces al otro.

  3. El camino del desgaste. La frase liberadora es como sigue: “Me cansé de odiar”. Dejar el rencor por mera supervivencia: “Odiarte me quita energía vital: me cansé de sufrir”. Es un regalo que uno se hace a sí mismo para mejorar su calidad de vida.

  4. El camino de la comparación. Es una forma de identificación por lo bajo. Al compararme con los “defectos” de la persona que me hizo daño, la mente hace este análisis: “¿Cómo no perdonarte, si yo en tu lugar hubiera hecho lo mismo”. Cuando descubrimos que en la situación del otro hubiéramos actuado igual o de manera semejante, el rencor empieza a tambalear.

Finalmente, a manera de conclusión, digamos que el proceso psicológico y emocional que conlleva el perdón no es exclusivo, no se necesitan dones especiales, ni pertenecer a una secta de iluminados. Cualquiera puede hacerlo, si trabaja en ello y decide construir en vez destruir, si decide crecer en vez de involucionar. Una cosa es segura: los que logran perdonar, están más cerca del amor.

Ten presente algo, para llevar una vida plena y llena de satisfacción debes actuar con asertividad, amor propio y madurez emocional. Gracias a esto, podrás vivir con sabiduría siendo consciente de cómo afectas a las personas que te rodean. Con las obras de Walter Riso, aprenderás a llevar una vida emocional saludable en tu día a día, irradiando una estela que cubrirá tu existencia, la de tus amigos, vecinos, compañeros y, por supuesto, la de quienes más amas.