Concepciones erróneas y pensamientos idealizados sobre el amor
Es lamentable por aquellos que van cayendo en picada desde esa nube, por intentar despertarlos del letargo de esta forma tan estrepitosa, pero es que no debemos seguir atribuyendo sufrimiento a causa del amor, un sentimiento que, en su definición misma, es lo que menos busca. ‘Sufrir por amor’ es, a todas luces, realmente contradictorio. ¡Cuánta contradicción en una frase de apenas tres palabras!
Antes de que empiecen a decir que conocen, o son sus relaciones, casos de parejas ‘perfectas’, pueden no serlo. Quizá son ‘parejas ejemplares’, eso sí, gracias a que han sido realistas, colaborativas, comprensivas, equilibradas y que han sabido superar sus problemas (pues los han tenido, no digan que no). Sí, las parejas ejemplares existen, no las perfectas. Justamente, son las concepciones erróneas del ‘amor’ las que hacen ‘sufrir’, porque te llevan a chocar con una realidad que nada tiene que ver con el ideal que nos han vendido del amor. Nadie nos prepara para hacerle frente a un amor de carne y hueso, imperfecto y altamente complejo, lo que nos lleva a la frustración y al desengaño. Cuestionar esas utopías afectivas y modificarlas por creencias racionales es un antídoto contra el dolor. Aquí ya hay una causa del problema. Pretendemos relaciones perfectas, que sobrepasan incluso la ficción de los cuentos de hadas (es que en estos, incluso, los protagonistas han tenido que superar algún obstáculo), pretendemos que en nuestras relaciones no se presente alteración alguna, un idilio perfecto. ¿Cómo no frustrarnos si nuestros deseos son, desde su origen, utópicos?
Deberíamos elegir pareja de una manera más “razonada” y menos visceral: “Te deseo, me agradan muchas de tus cosas, pero todavía no sé si le vienes bien a mi vida, así mi cuerpo y mi ser me impulsen desordenadamente hacia ti”. Lo sentimos por los fanáticos del enamoramiento, pero el amor, para los que nos movemos en un plano terrenal y no hemos trascendido, no suele ser tan incondicional (el número de desertores en el tema es cada día mayor), ni mueve montañas: más bien te aplasta si te descuidas y no los sabes manejar.
La cultura de la entrega total y la abnegación sin límites se sustenta en varios mitos sobre el amor. Rendirle culto al amor es entregarse sin pena ni gloria a sus avatares y poner el control de la propia conducta fuera de uno mismo. Doble capitulación: ante el sentimiento amoroso y ante la persona amada. “Me entrego a ti, porque te amo”, como si fuéramos un paquete transportado con la rapidez y eficiencia ya conocida de FedEx.
En el contenido de la ‘Guía práctica para no sufrir de amor’ de Walter Riso, se analiza en detalle cada uno de los siguientes tres ‘mitos sobre el amor’ y las consecuencias negativas que generan cada uno de ellos en la manera de sentir y pensar este sentimiento.
Los pensamientos idealizados sobre el amor producen al menos tres efectos negativos en la manera de procesar la experiencia afectiva:
- Justifican lo inaceptable o lo peligroso.
- Hacen que nos quedemos anclados en relaciones dañinas bajo los auspicios de una esperanza inútil.
- Crean un choque con la realidad debido a la discrepancia que se genera entre el amor ideal y el amor real.
A continuación, te describiremos los tres mitos sobre el amor que debes conocer.

“Si hay amor, no necesitas nada más”
Reducir el amor al enamoramiento es un error. El amor también se “piensa” y por eso tienes la opción de construir y de reinventar la convivencia con tu pareja. Para resolver los problemas de cualquier relación necesitamos, además del afecto, otras habilidades, como por ejemplo: estrategias de resolución de conflictos, paciencia, gestión pacífica, aprender a ajustar las diferencias individuales, establecer alianzas y acuerdos amorosos, y competencias por el estilo. Estar enamorado es una experiencia increíble, pero no basta por sí misma para armonizar totalmente dos egos y lograr la conjunción de valores, intereses y deseos requeridos para vivir bien en pareja. Si privilegiamos siempre el sentimiento sobre la razón, estaremos predispuestos a pasar fácilmente de la ilusión a la desilusión, y por lo tanto, a sufrir.

“El verdadero amor es incondicional”
Lo que equivale a decir: hagas lo que hagas, te amaré igual. ¡Dios mío! Sin condiciones, bajo cualquier circunstancia, en la infidelidad, en los golpes, en la explotación, en el desamor, en el rechazo, en la burla, en la indiferencia, en la profundidad de los infiernos. No importa qué hagas, yo estaré allí, con mi amor siempre fresco, activo, dispuesto… ¿A quién se le ocurrió semejante disparate? ¿Es que en el amor de pareja no intervienen los derechos humanos? Y si tu pareja cambia de sexo, se vuelve un asesino, te es infiel, te explota, te maltrata, o cosas por el estilo, ¿deberías quedarte allí, al pie del cañón? Aceptar todo de antemano implica negar la propia conciencia, reprimir el derecho a la protesta y perder de vista los límites que no debemos pasar. ¿Amor incuestionable, amor sometido, amor sin principios? El amor de pareja debe estar condicionado a los mínimos éticos, como cualquier otra relación interpersonal, porque de no ser así, le otorgaríamos al amor la propiedad de transgredir las leyes humanas y universales.

“El amor es eterno”
Felicidad conyugal imperecedera, infinita, inagotable. Si el amor tiene su propia inercia, su propia dimensión temporal, si es inmortal e indestructible, ¿qué papel juega uno en su mantenimiento? Una vez instalado, ¿el amor manda? ¿No puedo acortarlo, alargarlo o modificarlo? Es el síndrome de la asfixia amorosa: el amor no te toca, sino que se incrusta por siempre. Y hay más: si nos gusta el pensamiento mágico o somos amantes de la Nueva Era, el amor puede sentirse en quinta dimensión: no solo funciona en esta vida sino en las otras. Fusión total e irremediable, almas gemelas que vagan por el cosmos hasta reencontrarse nuevamente para alcanzar el amor perfecto. Por desgracia para los soñadores, el enamoramiento o amor romántico es de tiempo limitado (más o menos de dos a tres años). Llámese casorio, noviazgo o relación de amantes, la “atención despierta” es imprescindible para sobrevivir en pareja.